Escribir se
me hace difícil. Toda expresión, incluida la verbal, a veces me es tan
complicada que pierdo hasta mis propias ideas en el afán de decir algo. Me
siento mudo. Me entristece esto, pues vivo en un mundo (un continente, un país,
una ciudad) en el que tenemos el deber de hablar, y siento no estar a la altura
del momento. Pasa tanto a nuestro alrededor, cosas que merecen ser mencionadas
a gritos. Mi voz se vuelve un hilillo envuelta por cada suceso consecutivo.
En el
momento de mayor debilidad, en el segundo en que menos me quiero, me llega una
idea a la cabeza. No es por mí que lo debo hacer. Claro que tengo miedo al rechazo.
Me aterroriza que no me valoren. Pero eso, al final, es irrelevante. El mundo
es mundo, y siempre hay quien necesita. Es posible que mi voz sea la que cambie
una manera de pensar. Es posible que salve una vida La posibilidad de hacer el bien se deba
sobreponer ante cualquier temor.
Entonces,
no debo seguir guardando silencio. Ni tu tampoco. Tenemos que hablar. Hablar
mal, hablar bien, tenemos que decirles a los demás y a nosotros mismos que pasa
algo a nuestro alrededor. Que la vida es cada vez más pequeña. Que tienes miedo
de estar vivo, casi tanto como de estar muerto. Que tu abuelo cortó caña toda
su vida y esta muriendo. Que te da pena negarles tanto a tus hijos por falta de
sueldo.
Estoy de
acuerdo con hablar con gracia y verbo. El problema es que no todos lo tenemos.
Algunos no conocemos las palabras. Otros las olvidamos en el momento de la
verdad. Por eso no les pido palabras bonitas ni elegantes. Les pido que se
desdoblen, que relaten, que observen, y que digan lo que vieron. Les pido que
no sigan diciendo que si con la cabeza.
Andrés L.
Mateo escribió muy recientemente que la palabra ha sido abusada en nuestro país.
Es cierto. Así que, seamos buenos hijos del verbo y cultivémoslo. Nutrámoslo y devolvámosle
la fuerza. No lo dejemos moribundo en manos de quienes solo lo utilizan para
sus siniestros fines personales. Retomemos la palabra. Saquémosla de la boca de
los políticos y los economistas y pongámosla en la nuestra.
Hablen poco
a poco y hablen con la verdad. Verán que al final lo diremos todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario