viernes, 15 de junio de 2012

La face cachée de la République Dominicaine

Acabo de llegar al Cibao, después de un viajecito de casi tres horas manejando desde Santo Domingo. Es un camino arduo para el chofer, lleno de tramos oscuros y un trafico a veces escaso, a veces caótico. Cada kilómetro presenta una cara de la república. Extensiones vacías marcadas por algunos parajes olvidados. El ahogo de la capital dando paso a un Cibao aun sorprendentemente virgen. Este Cibao virgen fue mi hogar 10 años, regalándome su voz, su franqueza y su sencillez; regalos exótico para un niño que llegaba de pasar su años mozos en San Juan de Puerto Rico.

Ese Cibao, esa cara oculta de la República Dominicana, es ahora mi refugio en momentos de duda, es mi bálsamo para calmar la mente. Cada vez que las carreteras pegajosas de Santo Domingo intentan volverme loco, la brisa suave del Cibao me devuelve la verdad a las sienes. Este Cibao, que parece no cambiar nunca, solo maquillar su belleza.

Pero esa eternidad, esa inmutabilidad esconde un pesar.

El Cibao se ve igual porque está igual. Santiago, La Vega, Moca, Puerto Plata, Bonao. Atrapadas en el tiempo. La energía vital tan alocada de Santo Domingo viene invariablemente de la sangre de esta región. El Cibaeño huye de su hogar buscando vida para si y su familia, víctima de una muerte lenta que el capitaleño no percibe. No es su culpa. Le es imposible percibir cualquier cosa cuando su "experiencia nacional" no sobrepasa las fronteras de su ciudad.

Déjeme asegurarles, queridos capitaleños, la tierra que les da comida se desmorona bajo el peso del olvido. La tierra sigue estando ahí. Sus campos están ahí. Pero su gente, su espíritu se desvanece. Estoy sentado en casa de un amigo, una fiesta tocando bachata a lo lejos. Las calles parecen llenas de gente buscando una fiesta para olvidare que de día el trabajo está duro, y que parece nunca aflojará. Buscando circo cuando el pan es escaso.

Claro, su estado se esfuerza en dejarlo atrás. Santo Domingo acapara los recursos del país. El afán eterno de algún iluso de volverla una Nueva York antillana. La cara visible al mundo es una amalgama de gentes, fuerzas y personalidades explosiva, pero lo es a costa de la cara oculta.. El Cibao, para no mencionar el sur y el este, es esta cara oculta. Una cara oculta que gustaría ser recordada en otro momento que no sea en carnaval. Una cara oculta que es algo más que tabaco y mujeres bellas. Una cara oculta que espera la dejen volver a sonreír

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