martes, 27 de mayo de 2014

Dr Mayol, o: Como aprendí a dejar de preocuparme y amar el Dembow.

A veces me pregunto por que no me gusta el dembow. Al igual que muchas personas, el solo escuchar dos o tres notas al principio de una canción me llena de un terror sobrenatural y la necesidad de salir corriendo. Honestamente me molesta sobremanera ver muchachas de entre 7 y 65 años  desgüabinandose el alma dando golpes de barriga mientras un pendejo con los pantalones debajo de la nalga repite palabras ad nauseum. El problema es que no veo en verdad porque me molesta. A mi más o menos me gusta el reggaeton, el metal y un sinnúmero de otros géneros igual o más estrambóticos. Intentaré, en este artículo, desentrañar la razón de tal inconmensurable odio.

Creo que, aunque lo desprecio, un acercamiento académico puede ayudar. Mi conocimiento musical no es la gran cosa, así que simplemente haré una comparación entre canciones dentro de algunas categorías. Intenten, en contra de sus mejores instintos, escuchar cada canción utilizada de ejemplo.

La primera queja en contra del dembow es su alto contenido sensual y sexual. Las letras, videos y estilo de vida en general encontrados en una pieza musical de este género sudan sexualidad implícita. Esta argumento en contra, el cual creo es el mayor de todos, es el más fácil de desestimar. Obvio, es muy sexual el dembow. El problema es que letras o bailes sexualmente implícitos o explícitos son tan comunes en todos los géneros que es difícil acusar al dembow de crear algún nuevo estándar de putificación humana. Tampoco es un fenómeno moderno, ni siquiera al nivel local. Por ejemplo:


 O, si prefieren algo más antiguo:


 O si es posible, algo local:


 El primer ejemplo me gusta por lo directo de su mensaje: Noelia quiere, a falta de un mejor término, que la claven. Con un pene. Repetidas veces en la misma canción. Mi verso favorito es “Me gusta esperarte cuando tu me asechas, con toda mi piel y la pasión abierta, hasta que la flecha esté dentro de mi”. El arreglo musical hace un encomiable trabajo de esconder tales vagabunderías, pero el significado queda abierto al que escucha con el mínimo detenimiento. Celebro el hecho de una franca y saludable sexualidad femenina, pero ese no es el punto de este ensayo. El punto es dejar entender que no es nada nuevo ni nada grande que mencionen nalgas en un dembow cuando ya hemos pasado por los flechazos vaginales de algunos artistas pop.

El segundo ejemplo es la canción favorita de mi madre de cuando ella era una joven muchacha. Mi madre tiene 55 años y me explica que los golpes de barriga de Sandro eran el non plus ultra de la sexualidad latina en su época. Para quien no se lleve el significado de versos como “Dame tu surco y dame vida”, este significa que el desea que la joven le entregue su vagina. Me gusta utilizar este ejemplo también porque el video deja bastante claro que calentarse con los giros pélvicos de un artista u otro no es nada nuevo. Si tienes entre 22 y 40 años, lo más posible es que la primera lubricación de tu madre se la causara este señor. Es más, encuentro que es un paso hacia atrás el hecho de que hoy en día este tipo de popularidad (la del artista que gusta principalmente por su habilidad para erotizar todo lo que hace), es casi exclusiva a féminas diseñadas para atraer los instintos bajos de consumidores masculinos. Los únicos artistas hombres que se dedican al erotismo para consumo femenino trabajan para la Corporación Disney y no son parte del enfoque de este ensayo.

El tercer ejemplo lo hago por dos razones. La primera es que en verdad me encanta Blas Duran y todas sus obscenas y vulgares letras de antaño. La segunda es para que vean cuantos dominicanos jóvenes adultos de 1993 estaban aplaudiendo al buen Blas mientras le dice a su público femenino que todas tienen un buen toto. Eso fue hace 21 años. El lector de blog promedio tiene más o menos esa edad. Si piensan que lo que les quiero decir es que su madre y padre los hicieron a ustedes después de oír “El Conejo de la Vecina” y haberse bajado un Macorix, tienen toda la razón.

Ahora, es posible que me digas: “Pero Roberto, mis padres no son de Guachupita, son de Piantini. La última vez que se oyó a Blas Duran por aquí fue cuando paso un frutero en 1995. Además, lo que me disgusta son las constantes referencias a drogas y abuso”.

Muy bien, tus padres te hicieron escuchando “What is Love” en el asiento de atrás de un Caprice Classic, no hay problema. Las referencias a consumo de sustancias, por otra parte, podríamos clasificarlas como imperdonables. En nuestra sociedad infestada de consumo y abuso, promover un estilo de vida disoluto puede considerarse casi un crimen. Además, la música dominicana nunca hablaba antes de consumo de alcohol o drogas.






O es posible que sí. Claro, el enfoque es diferente, pero hablar de beber romo es una afición de siglos en nuestras tierras. La apertura a un mercado de consumo de drogas hace que la gente cante de romo y drogas, no tiene nada de arcano ni misterioso. Al igual que antes de hablaba de sentarse a botar las penas de la lúgubre vida dominicana de los ochenta o a “tirar el peso pa’rriba”, la música popular dominicana de hoy en día invita a lo mismo, pero a través del lente de una juventud defraudada y mal educada. Mal educada no porque sean odiosos, sino porque literalmente han sido educados en un sistema risible y dominado por una cultura de abandono.

El tercer punto a discutirse es la falta de “música” en la música del dembow. El repetitivo ritmo, taladrando tus sentidos una y otra vez. Bueno, culpen a estos señores:





Esta pista paso de Jamaica a Panamá, a Puerto Rico y a República Dominicana y su abuso ha sido causa del tormento de millones de personas en los últimos 25 años. Claro esto no significa que la repetición sea algo negativo:



Lo que quiero decir es que el problema del dembow no es tanto la repetición, sino una falta de valor de producción que repele al oído acostumbrado a producciones millonarias en estudios del exterior. A falta de unas líricas de valor o un despliegue musical de calidad, tenemos que enfocarnos en la subcultura visual que se nos presenta. Igual que a mi abuelo no le gustaba que mis tíos tuvieran pelo largo o mi mama minifalda, a la gente “normal” no le gusta ver personas en su disfraz de preferencia.

Entonces, lo más posible es que no sea la sexualidad, ni las letras poco meritorias ni la falta de verdadera música. Es posible que sea una simple combinación de todos estos factores. Es posible que simplemente nos estemos poniendo viejos y no entendemos como a alguien le puede gustar un pendejo que se ve así:



O un cuero que se ve así:



Mas recuerda, que a tu madre le gustaba un ‘pendejo’ que se veía así:



Y a tu padre un ‘cuero’ así:



martes, 8 de abril de 2014

La hermenéutica del mamaguebo

¿Qué es un mamaguebo? El mamaguebo es una parte muy real y documentada del acervo cultural dominicano. Nuestra historia esta plagada de estas personas, reconocidas como los más viles de todos los subgrupos humanos. No me refiero, obviamente, a personas que en hecho disfruten de succionar un pene, sino de los que disfrutan de los penes metafóricos de la vida; el poder, la destrucción, el abuso, etc. Mamaguebo es un titulo bastante fácil de soltar y aun más fácil de merecer, pero los parámetros que rigen susodicho mérito nunca han estado bastante claros.

Lo primero que debemos hacer es estandarizar la ortografía, necesaria para una mejor comprensión del término. Propongo la forma “mamaguebo” por encima de “mamaguevo”, esto se debe a 3 cosas:

a)”Guevo” es una hiper-correccion, ya que la verdadera forma correcta de decirlo es “huevo”, y esta no forma parte del epíteto utilizado comúnmente.

b) La pronunciación más común utiliza el sonido bilabial sonoro de la B y no el de la V

c) A nivel hermenéutico, ‘mamaguebo’ ofrece una idea mucho menos confusa de su significado: un termino peyorativo de alcance social generalizado indicativo de las personas menos aptas (por causas de deficiencia o elección) para una acción u otra.

Ya habiendo establecido, podemos dirigirnos hacia el cuerpo de nuestro trabajo: establecer parámetros inconfundibles con los cuales podamos designar a los mamaguebos. Esto se dificulta un poco, ya que el abuso de una terminología vaga ha logrado que todos y cada uno de nosotros haya sido designado como un mamaguebo (o peor aun, un BUEN mamaguebo) en algún punto de nuestras vidas. En este caso, podemos ayudarnos un poco de algunos de los paralelos internacionales. El “mamabicho” puertorriqueño, el “chupapijas” argentino y hasta el “cocksucker” norteamericano; todos ellos comparten algunos patrones de comportamiento fáciles de reconocer.

Otra estrategia a utilizarse es la vasta experiencia del dominicano con grandes cantidades de mamaguebos durante su vida promedio. También, como no, esta el auto reconocimiento de ser mamaguebo que cada uno de nosotros debe hacer en algún momento y dar gracias de que, aunque terrible, el ser un mamaguebo parece ser un estado transitorio y del cual puede haber total recuperación.

Así pues creo poder empezar a enumerar parámetros contra los cuales se puede medir el potencial mamaguebistico de una persona u otra. Esta no es, obviamente, una lista completa, nunca podría serlo; las acciones que rigen al mamaguebo están siempre afectadas por la temporalidad y las fluctuaciones culturales del país (Las acciones de un  mamaguebo en 1983 talvez ya no lo sean en 2014). Aun así, siéntanse libres de añadir cualquier parámetro ignorado por mi parte en los comentarios.

Para mayor comodidad, creo que podemos separar cada parámetro por categorías generales. En algún momento notarán la palabra “BUEN”, escrita de esta manera. Esto, como todo dominicano debe saber, solo designa un grado de potencia mayor a lo regular. Homologo de “gran” o de “pedazo de” en otros lugares de América. Aquí vamos:

Vehicular

-El que rebasa por el lado por el cual tú vas a virar en la carretera, es un mamaguebo (Puntos extra a los motoristas, que no necesitan un carril para hacerlo)
-El que cree que el semáforo verde es simplemente una recomendación y no una orden es un mamaguebo.
-El que comprende que Whatsapp y no el guía es la herramienta de elección durante el manejo de un vehículo de motor es un BUEN mamaguebo.
-El chofer de carro publico (a.k.a. concho) que se mete en la apertura de 12 centímetros entre tu vehículo y el de al lado es un mamaguebo.
-En algunas escuelas de pensamiento, se considera a todos y cada uno de los motoconchistas como unos soberbios y soberanos mamaguebos, pero eso es un tema a discutirse.
-El que, bajo su propia volición, crea un carril extra en una carretera con líneas bien delineadas, es un mamaguebo.
-El que comprende que la velocidad prudente para una avenida principal es 5 kilómetros por hora, es un mamaguebo.
-El ciclista que se pasa las leyes de transporte bien por su sudada nalga es un mamaguebo.
-El chofer de guagua que se detiene 15 minutos en una calle vacía para esperar al fantasma de un pasajero es un mamaguebo.
-El que sale a las 5:30 de su trabajo y se la pasa tocando bocina como si eso aliviara la congestión vial es un mamaguebo
-En esa misma línea, aquel que no deja pasar medio segundo para tocarte bocina cuando la luz cambia de roja a verde es un mamaguebo.
-El AMET es un mamaguebo.
-El AMET que detiene a un delivery es un BUEN mamaguebo.
-El peatón que cree que está rodeado de algún campo de energía protectora, el cual lo hace inmune a que lo aplastes como sapo, es un mamaguebo.
-El teniente y su séquito de guardias que deciden hacer redada en el tramo más oscuro, desolado y tenebroso de una carretera es un BUEN mamaguebo.

Laboral

-El jefe es un mamaguebo.
-El que le hace “el coro” al jefe es un BUEN mamaguebo.
-El que decide que el acondicionador de aire de una oficina debe estar a -32 C es un mamaguebo.
-El que se pasa haciendo comentarios soeces acerca de mujeres, u otras razas diferentes a la predominante en el lugar de trabajo es un mamaguebo.
-El cliente que utiliza tus servicios repetidamente y repetidamente no sabe que debe hacer es un mamaguebo.
-Los niños pequeños en las tiendas NO son mamaguebos. Sus padres, por otra parte, viven en riesgo constante de serlo.
-El supervisor que se preocupa por los reglamentos más que por el sentido común es una especie particularmente nociva de mamaguebo.
-El chismoso (a.k.a. calié) de la oficina es un BUEN mamaguebo.
-El que compra una pipeta pero le duele firmar cada cheque de sueldo es un mamaguebo.
-El que te cuenta acerca de sus vacaciones en Miami o Barcelona o Florencia mientras tu “Guayas la yuca” es un mamaguebo.
-El que se alegra sobremanera cuando lo evalúan con excelencia en un trabajo inconsecuente es un mamaguebo.
-El que pasa un memorando general en vez de echar un boche particular es un mamaguebo.
-El cliente que te manda a sacar hasta a tu abuela de su ataúd y al final no compra es un mamaguebo.

Político

-El que piensa que yo no me merezco ver el atardecer porque tu valla es más bonita es un mamaguebo.
-El que no quiere que yo vea el número de teléfono del taxi pintado en el palo de luz, porque su cara es especialmente regia es un mamaguebo.
-El que en el DOS MIL CATORCE diga que este país lo que necesita es un Trujillo es un ignorante y un BUEN mamaguebo.
-El que te responda cualquier interrogante política durante los últimos 16 años con “¿Pero que hizo Hipólito?” es un mamaguebo a carta cabal.
-El que se mete en una discusión política seria entre adultos con “En el 1973, Balaguer le dio a mi abuela. . .” es un mamaguebo.
-El taxista que es guardia retirado que te regala su disertación acerca de la necesidad de caerle a batazos a los estudiantes universitarios es un mamaguebo.
-Hipólito es un mamaguebo
-Leonel es un BUEN mamaguebo.
-Vincho es el ‘non plus ultra’ de los mamaguebos
-El que acusa a cualquiera que escriba un artículo que no sea oficialista de “coger dinero de las ONG” es un mamaguebo.
-El que vota por 500 pesos es un mamaguebo.
-El que cree en las credenciales políticas de Margarita no es mamaguebo, es solo retrasado mental.
-El que ostente un cargo con sueldo alto, vehículos, exoneraciones y viajes al exterior y se haga llamar Boschista es un mamaguebo.
-El que afirme que “Yo no se de que se quejan en este país porque. . .” es un extraterrestre y un mamaguebo.
-El que se merece su carguito/botellita por su ardua labor yendo a caravanas y bebiendo Moet es un mamaguebo.
-El que vota por un PLD o un PRD y de verdad cree que le va a pasar algo muy bueno, no es un mamaguebo, es un alma muy, muy, muy triste.
-El que invoca a Peña Gómez, a Caamaño, a Bosch o a cualquier muerto que en este preciso instante se está retorciendo en su tumba es un mamaguebo.
-El negativo que cree que esto no tiene arreglo soy, perdón, digo, es un mamaguebazo.


Espero con esto puedan empezar a desmamaguebizar sus vidas y puedan ser adultos en pleno ejercicio de sus derecho y responsabilidades. Recuerden que es una epidemia peligrosa esta la que enfrentamos, y cada quien debe poner su granito.

jueves, 27 de febrero de 2014

Duarte, Black Label y Mella

Yo no pretendía escribir nada este 27 de febrero. Salí de mi casa a mi trabajo, feliz de que al menos hoy no habría tapón en la ciudad, animado de que al menos me pagarían doble la jornada. Charlaba de manera amena con mi esposa acerca de alguna pendejada sin importancia. En ese momento llegamos a la esquina de la John F. Kennedy con Abraham Lincoln. Ahí, entre ambos presidentes asesinados vi un anuncio muy interesante. Una valla de una marca de whiskey bastante reconocida, con su logotipo y lema situados debajo de una frase que me dejo bastante perplejo.

“De colonia a republica”  leía el anuncio, seguido del lema de la famosa marca de bebida alcohólica.

Lo siento, pero ese tipo de cosas son las que me hacen ‘irme en una’ como dice el argot popular. Santo domingo español no era una colonia, era una provincia de Haití. Aun si se estuviera hablando de la colonia española, no se celebra el 27 de febrero ningún tipo de separación de los españoles. Este tipo de revisionismo histórico no solo muestra una falta de respeto a la historia sino un síntoma más grave a nivel de lo que llamamos nacionalismo.

¿Cuáles son los verdaderos símbolos de esta “nación independiente”? ¿Nuestro nacionalismo es acaso igual que el nacionalismo gringo, una excusa para mover productos en el mercado? El nacionalismo es, en mi opinión, una burla de las clases gobernantes a las clases trabajadoras de todo el planeta. Pero, al menos, el nacionalismo en gran parte del planeta se sustenta en la tradición, en ensalzar la cultura de tu espacio geográfico como mejor que las demás. Se trata de glorificar lo tuyo y los tuyos. De enseñar a las generaciones futuras la historia (real o falsa) de tu nación.

Aquí (como en Estados Unidos, para que no crean que acuso en el singular) el nacionalismo es comprar cerveza y comprar whiskey escocés y comprar espagueti. Aquí el nacionalismo es desempolvar un merengue de algún merenguero que ya no puede vivir de su música porque solo se escucha en días patrios. Aquí el nacionalismo es venderte a un Duarte o a un Mella o a un Sánchez que tan solo son frases prefabricadas en alguna oficina del estado.

Es tan flácido, tan putrefacto el nacionalismo dominicano que ni las leyendas patrias son proclamadas. La historia nacional, la versión oficial tanto como la real, yace olvidada como un muerto ajeno. Una cosa es que los españoles enseñen que ellos no mataron a los indígenas americanos, o que los japoneses y alemanes den tintes rosados a su historia de mediados del siglo 20. El sistema educativo dominicano ya ni se molesta en mentirles a sus estudiantes. Retratos mal dibujados de Duarte acompañan aforismos debiluchos y pseudo intelectuales en los libros de texto.

Beberse una cerveza hecha en el país no te hace dominicano. Ponerle la bandera nacional en el culo a una mujer nalgona no te hace dominicano. Si lo que más te hace de un lugar es hacer lo que más se hace en ese lugar, lo mas dominicano es pasar trabajo y luchar por tu familia. Pasar trabajo y luchar por los tuyos es de dominicanos, de puertorriqueños, de chinos, de egipcios, y de eslovenos. Es de todos.


Manda al falso nacionalismo al carajo. Beber cerveza y whiskey escocés se hace en todas partes.

viernes, 21 de febrero de 2014

Viviendo en el vacío temporal de la periferia.

Aquí en la periferia, mi computadora es vieja y mis dedos teclean sobre teclas desgastadas por el uso. En el centro, los hechos las noticias ocurren a velocidades imposibles de seguir, infinitos medios informativos llegando directo a la palma de tu mano. En la periferia leemos el periódico, el cual siempre parece decir lo mismo, día tras día. Estoy seguro que es así en toda la periferia, del otro lado del mundo y en cada esquina del globo. De seguro en Bangladesh también sale en el periódico una noticia relacionando el apartamento de un político con un narcotraficante. De seguro en Rwanda sale semanal la versión local del Cardenal abogando contra la criminalidad y la inmoralidad.

De seguro está detenido el tiempo en el resto de la periferia, al igual que aquí, donde los sucesos se repiten uno arriba del otro sin la más mínima respuesta.

En el centro todo ocurre y todo cambia y todo pasa antes de que haya pasado. En el centro ya Venezuela se lanzo a la guerra y los bonos de Puerto Rico son basura. La verdad es múltiple y digital e imparable y mis sentidos de vil periférico solo pueden quedar inundados. Conozco solo la verdad que me vende Facebook y los tristes aullidos de algún twitero.

Las revoluciones y guerras se agarran de la mano de descuentos de Amazon y me confundo y nada reconozco como cierto. ¿Y en Dominicana qué? ¿Pasa algo en nuestro paraíso/infierno? ¿Te permites en tu abyecto corazón periférico saber algo, salir afuera y ver, sentir o actuar; rasgar la neblina  del cuento? Nunca lo he/has hecho, pero te prometo que existe, si existe una humanidad ahogada tras los anuncios de descuento en Ágora Mall, tras los ‘jingles’ de la Sirena.

Estoy en la periferia, tecleo teclas desgastadas en una computadora lenta, predicando humanismo en la “seguridad” de mi hogar. En el centro definen, miden, calculan y expulsan, un millón de expertos e investigadores dictaminando su vida. En la periferia me canso de escribir para veinte o treinta amigos que hagan caso a mi perorata. En el centro, divas sacarinosas te obligan a comprar teléfonos y te hacen llorar de la alegría por ello.

No se si quiero estar en el centro o en la periferia. No se si en verdad existan tales lugares. Solo se que de este lado de la tierra, vivir se siente como mirar por una ventana casi cerrada forzando la vista para reconocer la realidad al otro lado. Ya no es valido hablar de tercer mundo, porque los mundos son ajenos los unos de los otros. Todo el mundo se ve, todo el centro está visible ante nuestros desnudos ojos, reluciente, descargando su desecho en nuestros hogares y haciéndonos odiarnos por no ser como ellos.

No los odio. Ni siquiera se si son ese problemático “otro” que tantos filósofos mejores que yo comentan. Lo que se es que no los envidio. No quiero ser ellos. No quiero mirar de arriba hacia abajo, con afán de pendejo salvador o comerciante de miseria. No quiero ser gringo británico, ni gringo francés, ni gringo alemán, y mucho menos gringo gringo. No quiero ser un descojonado socialdemócrata del trópico o un pensador de élite dominicano.


Creo que seré yo, tecleando teclas desgastadas en una computadora vieja. Vil y abyecto a veces. Otras tantas orgulloso hombre. Otras tantas seré como tu.

jueves, 20 de febrero de 2014

Un Jodido en su Burbuja.

Tengo meses viviendo en la burbuja y admito que he sido feliz en ella.

La burbuja es aquel estado en el cual te rodeas solo de las noticias que quieres escuchar. No es el acto de selección inconsciente de información, que todos los seres humanos necesitan para sobrevivir. Es el acto consciente de exclusión de temas sociales y humanos en tu entorno, para una mayor comodidad y paz mental.

Admito que la burbuja es bella, es cálida y te libera de preocupaciones. Ha sido un respiro estar en ella. ¡Y bien lo tengo merecido! Mi excusa no puede ser mejor. Estoy recién casado, y voy a ser padre. Entre preparaciones de boda, mudanzas y nupcias, no me ha dado tiempo para nada más que vivir conmigo mismo y mi sagrada esposa, a salvo del universo en una burbuja de nuestra propia creación.

La burbuja es bella, es cálida  y te libera de preocupaciones.

Pero el espectro del ser humano se agazapa sobre mi. Ya intentaron meterse ladrones en mi casa. Ya voy a tener un hijo. ¡Un hijo! Un hijo que se merece no solo que yo le de una vida buena, sino una vida llena. Llena de amor, obvio, pero también llena de mi tiempo, llena de opciones y llena de responsabilidades.

¿Qué opciones le puedo dar aquí? ¿Qué responsabilidades puede aprender? ¿Seguiré en mi burbuja mientras las hormigas macondianas se llevan a mi hijo al abismo?

La respuesta es no, claro que no. Pero no es el ‘no’ de la huida sino el ‘no’ del esfuerzo. Que nadie merezca nacer jodido no significa que no nazcan, significa desjoder el entorno. Significa que las masas de jodidos e hijos de jodidos debemos vivir en nuestra realidad, reconocerla y aspirar a romperla, volverla una realidad nueva.


Significa que, aunque es bella, a mi burbuja le llega su agujita.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Diez Mil Años.


Un amigo trajo a mi atención que hoy (1ro de septiembre) es el aniversario del natalicio de Joaquín Balaguer. Es gracioso que sea tal ocasión la que me anime a escribir una vez más, pero la inspiración funciona de manera extraña a veces. Es extraña en verdad, como me pone a pensar en el decrepito y marchito anciano (fue siempre viejo y marchito, hasta en su mes de abril), con la república en sus manos durante décadas, vuelta lisiada y despojada de todo crecimiento.

Pensar en Balaguer me recuerda una novela de ciencia ficción. “Dios Emperador de Dune”, escrita por Frank Herbert. En esta, el personaje titular; el Dios-Emperador de un imperio galáctico, transforma su imperio galáctico de una poderosa institución universal a un débil y podrido estado. Los habitantes del imperio son reducidos a clientes atrofiados de un estado absolutista, todo hecho a propósito por el demente protagonista.

El ‘Dios-Emperador’ de Frank Herbert planea, a través de la sistemática destrucción de la sociedad imperante, dejar al ser humano libre de toda influencia que lo debilite, en un plan que tomará unos diez mil años en completarse.

O también puede que esté totalmente loco y obtenga placer del sufrimiento humano.

Traigo todo esto a colación porque en este país, en la República Dominicana, hay algunos que aun piensan en Dioses-Emperadores. Existe la gente que clama por Balaguer, pensando que este poseía un conocimiento místico, una verdad más allá de lo mortal, un plan de diez mil años que justificaría todo el mal y todo el vicio al que este país fue sometido. Existen personas que ven, con una marca particular de orgullo, como los otrora enemigos a muerte de su momificado líder doblan la rodilla y abren la cartera para comprarlos. Como el liderazgo de todo un país se vende como una prostituta en autopista al mejor postor. Se unen, siguiendo un legado que solo está lleno de la sangre de hombres mejores que ellos.
 
Es triste y deprimente ver como se enquista esta creencia en la conciencia grupal dominicana. Como los emperadores de grandes planes, los semi-dioses destinados al orgullo y la gloria aparecen una y otra vez en la historia. A veces inteligentes, a veces carismáticos, todos pretenden ocultar una verdad heroica. Balaguer se aferró de esa mística hasta su muerte, dejando un país tan decrépito como el. Sus herederos, los embarazos no deseados con que dejó preñado al PLD, se han afanado en seguir su modelo.

Dioses-Emperadores, muertos de la risa en las profundidades de palacio, haciendo creer que existe un plan de diez mil años el cual liberará al hombre dominicano de la influencia de quien-sabe-donde. Personajes que, si son leídos con franqueza, solo son locos embriagados de poder y lujuria por el dinero. Protectores de una culocracia centenaria, diseñada, no para liberar al hombre, sino para atosigarlo, como al ganso que va al matadero.

EN el desenlace de la novela, el protagonista le revela a su descendiente, su peor enemiga, que todo estaba planeado. Que la muerte y el sufrimiento de la gente eran necesarios y que el futuro será mejor. Los protagonistas de novela pueden hacer tales declaraciones sin mayor problema.

Los protagonistas de la realidad, por otra parte, deberían pensar mejor antes de glorificar las locuras cometidas en nombre del futuro.

domingo, 12 de mayo de 2013

El Mito del Prestigio

El prestigio es un mito. Se que estoy empezando por lo que usualmente es la mitad de un articulo, pero debo sacarme esa idea de la mente antes de poder seguir, de poder elaborar. El prestigio es un mito. Bueno, no es tanto un mito como una horrible idea (eso de que las cosas son tan reales como tanto crea en ellas la persona vuelve al prestigio una realidad). Es una horrible idea que vista desde un punto de vista critico no debería de ser.


Un poco de exposición. Me estaba dando una ducha para irme a la cama limpio. Durante susodicha ducha pensé en el día de trabajo que me espera mañana. Básicamente un día de trabajo completo, saliendo a las 10 de la noche de la oficina. Esa idea siguió en cascada junto al agua hacia terrenos más teóricos. Me llevo la mente hacia las desigualdades que sufren los que trabajan a un nivel menos especializado. Los obreros, los oficinistas, los campesinos. Todos ellos se verían (no solo en República Dominicana, sino en el mundo) en una mejor condición de vida si no estuvieran atados por varios factores socioeconómicos, uno de ellos lo que de repente me dio con llamar “Mito del Prestigio”.


La idea es más o menos sencilla. La persona promedio rechaza la noción básica de lo que es un modelo socialista/comunista. Aparte de las razones de adoctrinación ideológica, se les suma el hecho de que el individuo ve como injusto dar un mismo status social a personas de diferentes antecedentes educativos. En palabras llanas, la clásica frase de “Yo no me voy a fajar a estudiar 6 años de medicina para cobrar lo mismo que un campesino”.


Esa es una idea que me intriga, ya que supone varios argumentos que no me convencen de lleno. Está la idea subyacente de que el esfuerzo intelectual es de alguna manera más intenso y meritorio que el esfuerzo físico y moral. En la comparación anterior (un medico y un campesino) el esfuerzo académico/intelectual del medico generalmente se ve como superior, ignorando que durante ese mismo tiempo el campesino no solo hacia el esfuerzo físico de su labor diaria, sino el esfuerzo moral de mantenerse en el campo cumpliendo su trabajo en vez de buscar fortuna en algún otro medio.


Mientras el uno salva cientos vidas, el otro da de comer a miles. No trato de insinuar que perseguir una educación superior sea malo (todo lo contrario, es un esfuerzo encomiable), lo que trato de decir es que al final del día ambos son igualmente importantes en el entretejido de una sociedad humana avanzada. Al punto que llego es que esta superioridad, este prestigio asociado a las labores especializadas hace más daño que bien.


Esto es bastante difícil de eliminar, más en una nación como la nuestra, en la cual los títulos; sean educativos, militares u honoríficos, son preponderantes. ¿Será acaso posible eliminar a los “Dr.”, “Ing.”, “Col” y “Sen.” del frente de los nombres de las personas? ¿Permitirá acaso un diputado, o un general, que se le llame como a cualquier otro?


No me engaño, lo dudo mucho. Pero es mi artículo y me puedo permitir fantasear. Eliminar los títulos del frente de cada quien. Dar igualdad de tributo al obrero y al ingeniero. Ir más allá. Eliminar la creación de “profesionales” en las instituciones educativas. Dar mejor un énfasis en la formación de personas, todas iguales en calidad de formación y respeto hacia en humano. Dejar la noción tonta del prestigio del titulo, del diploma, que supone suficiencia y autoridad.


Después de eso cerré la ducha. Me sequé. Corrí, inspirado hacia la computadora. Empecé a escribir.


“El prestigio es un mito. Se que estoy . . .”