jueves, 25 de mayo de 2017

Ayer hasta matar era mejor.



Estaba revisando algunas noticias ayer y me topé con algo bastante interesante. Los patrocinadores están huyendo de la Parada Puertorriqueña en Nueva York debido a que esta es en honor a Oscar Rivera López, antiguo líder de las FALN en Puerto Rico quien fue liberado de la cárcel por Obama después de 35 años preso por varios cargos de traición, entre otros. Es el mismo que hace unas semanas se pronunció a favor de Maduro en Venezuela, después de ser recibido como héroe por varios en su nativa isla y después de una popular campaña para su liberación, en la cual se pronunciaron muchos personajes públicos.


Como acabo de mencionar, Rivera López duró 35 años preso. El mundo cambió bastante durante esos 35 años, pero parece que el sigue siendo el mismo hombre, con las mismas ideas que tenía en sus tiempos de lucha. Esto me hace pensar en lo difícil que es vivir en un mundo sin ideologías políticas, especialmente para alguien que, aparentemente, aún las ostenta. Rivera López es un Marxista Leninista anacrónico, quien peleó contra el gobierno de Estados Unidos utilizando tácticas que se consideran "de terror". Viéndolo así, es obvio que apoyará una dictadura del proletariado, donde sea que esta vaya a ocurrir.


Muchas personas se sienten indignadas debido a esto, pretendiendo que el otrora revolucionario se ablandara en la cárcel y que cambiara sus posturas a la de un moderno liberal; que condenara la violencia y se pronunciara a favor de alguna causa contemporánea. Pero esos muchos olvidan que ser de izquierda no es lo mismo que ser liberal o que ser progresista. Una persona atada a las antiguas ideologías te seguirá hablando de ellas y las aplicará a este mundo en el cual las creemos bastante muertas. No te va a hablar de identidad de género ni de derechos del migrante. Te va a hablar de la voz del pueblo y de no violentar la soberanía del país hermano. Hay que recordar que en una mente así la lucha continúa. Una lucha en la cual la única manera de pelear contra el imperio es con una guerra asimétrica.


¿Pero, cómo podemos celebrar a un líder revolucionario, o “terrorista” si hoy en día existe gente como el Estado Islámico, quienes asesinan a mansalva con tácticas similares? La respuesta yace en la ideología política y en el precio que se le da a la libertad. ¿Es correcto matar gente con bombas y balas para obtener la libertad? La respuesta que nos da la historia es que sí, sí lo es. Es moral y (si usted se subscribe a ello, como yo) religiosamente incorrecto, pero es la manera aceptada de buscar la autodeterminación para un grupo sociopolítico desde el inicio de los tiempos. Los revolucionarios mataban (y lo digo en pasado a propósito), claro que sí. Usted no puede llamarse revolucionario si no está dispuesto a matar gente. La diferencia entre revolucionarios y terroristas es que el terrorista busca oprimir sin ideología política de por medio. El terrorista no subscribe sus actos a una ideología de mejoramiento social.


Obviamente, es casi imposible determinar si existe una idea así mientras la revolución, o el terror, están ocurriendo. Solo podemos determinar a ciencia cierta en retrospectiva, y aún así casi nunca existe consenso. Podemos llamar a Pol Pot terrorista y a Fidel Castro revolucionario solo décadas después de los hechos. La línea que separa a Yaser Arafat y a Bin Laden solamente se hace clara al pasarle los años al primero. Sendero Luminoso, FARC, OLP, FSLN FMLN, ETA, IRA, etcétera. Cada organización solo puede ser pasada a juicio desde el punto de vista de sus transformaciones y éxitos finales. Y como podemos ver con el ejemplo de Rivera López, el tiempo puede también distorsionar la comprensión de la misión de una persona.


Pero no se preocupen. Las ideas han muerto y hoy en día solo se pelea por dinero. La constante crisis en medio oriente y el terrorismo islámico no fueran más que un triste recuerdo en un cráter de cristal si allí no hubiera petróleo y gas natural. Muy lejanos están aquellos días en que 4 puertorriqueños armaban un tiroteo en el congreso estadounidense, causando un fiero debate acerca de que si quitar vidas en nombre de la libertad es algo moralmente correcto. Ahora quienes matan matan niños y se regodean por ello. Cortan cabezas en vez de cables eléctricos y vuelan restaurantes en vez de oficinas gubernamentales. Hoy en día las potencias y sus enemigos juegan el sucio juego del dinero sin tapujos, débilmente haciéndolo pasar por enfrentamiento religioso. ¿Es bueno que tengamos tan claro quién es el villano de una historia? Solo el tiempo lo dirá.

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