jueves, 25 de mayo de 2017

Ayer hasta matar era mejor.



Estaba revisando algunas noticias ayer y me topé con algo bastante interesante. Los patrocinadores están huyendo de la Parada Puertorriqueña en Nueva York debido a que esta es en honor a Oscar Rivera López, antiguo líder de las FALN en Puerto Rico quien fue liberado de la cárcel por Obama después de 35 años preso por varios cargos de traición, entre otros. Es el mismo que hace unas semanas se pronunció a favor de Maduro en Venezuela, después de ser recibido como héroe por varios en su nativa isla y después de una popular campaña para su liberación, en la cual se pronunciaron muchos personajes públicos.


Como acabo de mencionar, Rivera López duró 35 años preso. El mundo cambió bastante durante esos 35 años, pero parece que el sigue siendo el mismo hombre, con las mismas ideas que tenía en sus tiempos de lucha. Esto me hace pensar en lo difícil que es vivir en un mundo sin ideologías políticas, especialmente para alguien que, aparentemente, aún las ostenta. Rivera López es un Marxista Leninista anacrónico, quien peleó contra el gobierno de Estados Unidos utilizando tácticas que se consideran "de terror". Viéndolo así, es obvio que apoyará una dictadura del proletariado, donde sea que esta vaya a ocurrir.


Muchas personas se sienten indignadas debido a esto, pretendiendo que el otrora revolucionario se ablandara en la cárcel y que cambiara sus posturas a la de un moderno liberal; que condenara la violencia y se pronunciara a favor de alguna causa contemporánea. Pero esos muchos olvidan que ser de izquierda no es lo mismo que ser liberal o que ser progresista. Una persona atada a las antiguas ideologías te seguirá hablando de ellas y las aplicará a este mundo en el cual las creemos bastante muertas. No te va a hablar de identidad de género ni de derechos del migrante. Te va a hablar de la voz del pueblo y de no violentar la soberanía del país hermano. Hay que recordar que en una mente así la lucha continúa. Una lucha en la cual la única manera de pelear contra el imperio es con una guerra asimétrica.


¿Pero, cómo podemos celebrar a un líder revolucionario, o “terrorista” si hoy en día existe gente como el Estado Islámico, quienes asesinan a mansalva con tácticas similares? La respuesta yace en la ideología política y en el precio que se le da a la libertad. ¿Es correcto matar gente con bombas y balas para obtener la libertad? La respuesta que nos da la historia es que sí, sí lo es. Es moral y (si usted se subscribe a ello, como yo) religiosamente incorrecto, pero es la manera aceptada de buscar la autodeterminación para un grupo sociopolítico desde el inicio de los tiempos. Los revolucionarios mataban (y lo digo en pasado a propósito), claro que sí. Usted no puede llamarse revolucionario si no está dispuesto a matar gente. La diferencia entre revolucionarios y terroristas es que el terrorista busca oprimir sin ideología política de por medio. El terrorista no subscribe sus actos a una ideología de mejoramiento social.


Obviamente, es casi imposible determinar si existe una idea así mientras la revolución, o el terror, están ocurriendo. Solo podemos determinar a ciencia cierta en retrospectiva, y aún así casi nunca existe consenso. Podemos llamar a Pol Pot terrorista y a Fidel Castro revolucionario solo décadas después de los hechos. La línea que separa a Yaser Arafat y a Bin Laden solamente se hace clara al pasarle los años al primero. Sendero Luminoso, FARC, OLP, FSLN FMLN, ETA, IRA, etcétera. Cada organización solo puede ser pasada a juicio desde el punto de vista de sus transformaciones y éxitos finales. Y como podemos ver con el ejemplo de Rivera López, el tiempo puede también distorsionar la comprensión de la misión de una persona.


Pero no se preocupen. Las ideas han muerto y hoy en día solo se pelea por dinero. La constante crisis en medio oriente y el terrorismo islámico no fueran más que un triste recuerdo en un cráter de cristal si allí no hubiera petróleo y gas natural. Muy lejanos están aquellos días en que 4 puertorriqueños armaban un tiroteo en el congreso estadounidense, causando un fiero debate acerca de que si quitar vidas en nombre de la libertad es algo moralmente correcto. Ahora quienes matan matan niños y se regodean por ello. Cortan cabezas en vez de cables eléctricos y vuelan restaurantes en vez de oficinas gubernamentales. Hoy en día las potencias y sus enemigos juegan el sucio juego del dinero sin tapujos, débilmente haciéndolo pasar por enfrentamiento religioso. ¿Es bueno que tengamos tan claro quién es el villano de una historia? Solo el tiempo lo dirá.

viernes, 13 de mayo de 2016

De elecciones, molinos y arañas radioactivas.




Las elecciones dominicanas del 2016 son pasado mañana. Honestamente no se como hablar acerca de ellas. He reescrito esta introducción unas cuantas veces, inconforme con mis palabras. Se me dificulta hallar que decir acerca de un proceso que cada cuatro años nos aplasta el alma un poquito más. Es posible que sea eso mismo, que mi mente encuentra tan malo el hecho que mis palabras goteen  sin efecto, cuando el teatro del absurdo que es nuestro gobierno hace y dice lo que quiere; que rechaza de inmediato cualquier esfuerzo como inconsecuente.



El teatro de lo absurdo. Ese es el término con que quería enlazar los temas en este pequeño artículo. Pero no puedo. No encuentro humor ni placer en quizás hacer sonreír a un manojo de lectores. Simplemente no es gracioso. El dominicano se esfuerza sobremanera para hacer de esta farsa algo digerible. Hace chistes, escribe memes,  hace caricaturas  de personas que de por sí ya son caricaturas. Pero es desesperante ver como los mayores excesos del teatro simplemente arrancan alguna azarosa risita.



Como ejemplo, la llamada del presidente. Es un espectáculo oneroso y perverso gastar los recursos estatales en llamar a todos los dominicanos y los que se sospecha que lo son, sin importar su localización en el orbe terráqueo. Es una burla (usando el sentido moderno de burla y el sentido medieval de “seducción engañosa”) abierta. Es un remanente del asqueroso balaguersimo que aún se respira. Pero no ha de sorprender que se haga esto,  porque los actores de la obra teatral saben que su público se limitará a hacer algún chistecito en Facebook.



Y la obra se mantiene en escena gracias a esto. Los actores se vuelven su personaje porque se nos olvida que la farsa se vuelve la realdad si se sostiene suficiente tiempo. Nos hacemos de la vista gorda cada vez que un senador o diputado toma aires de Quijote, pintándose como “desfacedor de tuertos y socorro de menesterosos”, usando el dinero del pueblo para acreditarse victorias sociales (Ya sea llevar agua a poblados o tirar tendido eléctrico.).  Un heroísmo que no le corresponde a ningún individuo en un país que se supone sea democracia representativa. Hasta quienes nos quejamos con rigor casi académico no podemos evitar ser un poco seducidos por la obra teatral, firmando nuestras quejas con “:p” o con “XD”.



Amigos míos, los héroes quijotescos que presenta el partido de gobierno no son más que eso, Quijotes. Hombres y mujeres de cerebro refrito, incapaces de enfrentar su propia mentira. Es hora de desgarrar el velo de misterio que protege a nuestros actores. Dejarlos al descubierto como los mequetrefes que son. Comprender que la vida real no es una obra de teatro y que esta no es una comedia. Cae como responsabilidad nuestra volvernos más serios ante los chistes de mal gusto que se forman en las bocas presidenciales y legislativas.



Si acaso queremos permitir algo de teatralidad en nuestras vidas,  doy como opción que pidamos que nuestros actores sean Hombres Araña en vez de Quijotes.  Sí, ese mismo, el que se pega en paredes y sermonea acerca de poder y responsabilidad. El que en una película salida hace unos pocos días tiró esta perla, más o menos así:



“Si ocurren cosas malas, y teniendo el poder que yo tengo, estas recaen sobre mí.”



¿No sería acaso mejor la obra si el actor presidencial comprendiera que sus “logros” son molinos de viento y no gigantes? ¿Que con su poder total su responsabilidad ha de ser total también? Actos de bien, no para la propia gloria como un Quijote, sino para el bien del desposeído. Bien anónimo y sin ánimo de fama.



Mi gente, no vote por los actores que tienen casi veinte años con su misma obra grotesca. Voten, pero voten en contra del chiste y el mal gusto. Estos héroes trágicos cabalgando contra quimeras llevan décadas tratando de entretener en vez de tratando de gobernar. Es hora de mostrar que el poder está en nuestras manos y lo usaremos con responsabilidad y firmeza. Tomen esto en serio.

Igual que el Hombre Araña.



 



Posdata: He evitado con el mayor cuidado posible nombrar al partido de gobierno, a sus miembros y a sus candidatos. Mientras más se les menciona más reales se vuelven y Google Analytics ama mostrarnos sus lúgubres anuncios cada vez que los invocamos. Tengan un buen día.

jueves, 2 de abril de 2015

A propósito de mis dos caras: Un breve estudio acerca del cabrón caribeño.

El estudiante de la historia caribeña puede notar, a través de las décadas, un desfile de personajes manchando las hojas de los libros. Estos personajes chorrean por entre los escondrijos más recónditos de nuestra historia, anegando las fabricadas leyendas heroicas con su particular tipo de vileza. Estos personajes son lo que en el colorido coloquio de esta región se denominan cabrones. Los hay de mucha y poca monta, y muestran una continuidad sorprendente a través de los siglos. Se podría decir que desde que las Antillas son habitadas por el hombre, ha residido en ellas un vetusto y espléndido linaje de cabrones. Este linaje ha encontrado un hogar acogedor entre nuestra usual languidez caribeña. Aún hoy, siglos después de su nacimiento, en nuestra cultura predomina el cabrón oportuno, embaucador de naciones enteras con sonrisa en la boca y séquito de secuaces rodando por entre las piernas.

¿Cómo es que estas criaturas tan crueles logran ennoblecer sus apellidos y enriquecer sus casas a costa de poblaciones enteras sin ser echados a tierra como los gusanos que son?

Esta pregunta, no es de difícil respuesta pero sí requiere una elaboración que va más allá de mi propósito con estas brevísimas disertaciones. Simplemente expondré una opinión (la mía), la cual tendrá que ser escrutada por usted, amado lector.

Primero quiero advertir que, a diferencia de un previo artículo escrito por mi, aquí no habrá lista alguna. Las listas son populares pero quitan seriedad. Y, como ya sabrán unos veinte mil de ustedes, las listas son cosa de mamaguebos.

Pero hoy hablamos de cabrones. Para entender al cabrón hay que entender su entorno. El entorno de preferencia es un lugar de aire frio, como la cima del Pico Duarte, el asiento de atrás de un vehículo todo terreno, o un asiento en la Cámara del Senado. Estos lugares le brindan al cabrón promedio una posición de altura desde la cual vigilar a sus víctimas. Tal cual un ave de rapiña, el cabrón solo se desmonta de su elevado nido para regodearse sobre la presa herida de muerte, antes de devorarla completa.

Lo verdaderamente interesante es como logra que la presa se mantenga dócil, aún ante la inminencia de su ataque. A diferencia de otras criaturas, el cabrón no se esconde. Todo lo contrario: el cabrón despliega su rostro y nombre para ser visto por todos, a todo momento. Inunda los medios y las mentes de sus víctimas con la idea de que es a través de este rostro que se logran cumplir las necesidades básicas de una población. ¿Necesita usted recibir agua? Este cabrón le traerá un camión lleno. ¿No hay escuela en su pueblo? Su cabrón regional le construirá un aula (baterías no incluidas) pintadita y reluciente.

El problema es que ese dinero del cual dispone el cabrón es el dinero del cual no disponen las oficinas gubernamentales que deberían encargarse de susodichas obras. Estas oficinas son una cara vacía, sin rasgos, que se yerguen impávidas ante las válidas críticas de miles de dominicanos. Siguen su labor monótona e inhumana, ayudando a nadie y representando a nadie, mientras las caras rosadas de rubor y verdes en dólares de los cabrones cumplen a medias sus responsabilidades.

La presa, dígase, el pueblo, confundida ante el vacío existencial que representa la maquinaria gubernamental, busca ser acogida en el cálido seno de lo único que parece humano dentro del gobierno. Ahí, su falso campeón, el cabrón, le tiende una mano amiga rellena de un sudoroso fajo de billetes y borra de su memoria la angustia de no ser visto ni escuchado en un país de once millones de personas. Pero el cabrón chupa la sangre que la presa con tanta presteza le ofrece. Se hace gordo y feliz con una facilidad sorprendente y suelta sus migajas para nutrir a sus parásitos.

De esta manera, a amplios rasgos, es como un cabrón humilde y desconocido puede llegar a la prominencia de la noche a la mañana. Llegan a ostentar riquezas impresionantes, eludiendo a la justicia, haciendo burla de las presas por devorar. Aún peor, como es tan alta la cantidad de cabrones en puestos elevados del estado, se puede decir sin miedo a demasiado error que hasta la constitución está creada para potenciar la cabronería de este mezquino 1% de la población.

Claro está, de vez en cuando nace uno que otro espécimen dotado de rasgos que potencian su capacidad para la rapiña, el robo y el abuso de la población. Sus excesos dan nacimiento a lo que Nietzsche hubiese llamado el Überarschkriecher, pero que nosotros simplemente denominaremos cabronazo.

Estos ejemplares no solo violan todos los estándares de la conducta moral humana, sino que también infectan con su veneno a miembros aparentemente funcionales de la sociedad. Como ejemplo podemos poner a jueces que parecían personas sabias hasta un eventual roce con un cabronazo.

¿Existe cura para esta condición? No sabemos, a ciencia cierta, pero parece que tratar de curar al cabrón es como tratar de curar la avaricia. La esperanza yace en el hecho de que en otras tierras parecen haber llegado a un acuerdo: No intentan evitar su nacimiento, pero los eliminan al momento de mostrar sus rostros de rosa y verde al aire. Sería un gran paso, lograr borrar tantas caras impunes de tantas vallas y tantos periódicos. Y quien sabe, con un poco de valor y un montón de personas, será posible eliminar hasta a cabronazos como Félix Bautista de la faz de esta tierra.

lunes, 10 de noviembre de 2014

La buena teta y sus malos hijos.

Tengo un bebé de un mes de nacido. Nada mantiene a mi hijo más tranquilo que estar pegado de su teta. En el momento en que es despegado de susodicha teta, mi hijo grita de una manera desconsolada, hasta se podría decir de manera iracunda. Llora porque se le ha quitado lo único que conoce le pertenece en esta vida, lo único que le da sentido a su existencia. Llora porque está incomodo con nuestro manejo inexperto de padres primerizos y quiere simplemente mamar hasta el fin de los tiempos, libre de cualquier control parental.

Se podría decir que, si este no viniera de un niño pequeño, el comportamiento aquí descrito es uno engreído y egoísta. Ser egoísta y engreído es un rasgo de supervivencia en un bebé, quien necesita estar mamando todo el día para crecer y hacerse fuerte y sano. Ya cuando va avanzando en edad es necesario destetar. Así se ayuda a formar esa identidad propia, libre del seno materno que será la personalidad firme y establecida del niño/a. Nunca he escuchado de casos en el cual no haya destete, el niño siendo niño por toda una vida hasta lo infirme de la vejez, cuando la teta este muerta y seca y el niño anciano y moribundo.

Excepto que obviamente lo he escuchado y visto con mis propios ojos.

Aunque se que a muchos les gustaría más una comparación con un impávido pene erecto, la verdad es que esta República Dominicana se compara más fácilmente con una teta, tumefacta y llena de leche. A esta teta es derecho y menester estar pegado durante los años formativos, la infancia, la niñez en el colegio, la juventud universitaria. Pero después de esa edad es sin lugar a dudas un acto engreído y egoísta mantenerse pegado de la teta nacional.

Aparentemente el sabor de la leche que mana del poder es tan dulce que enloquece los sentidos de sensatos y criminales. Hombres supuestamente demócratas han sabido durar décadas aferrados al poder, adictos a la ambrosía que es ser presidente de la república. No solo eso, sino que se ceban con la leche de manera tan obvia y grosera que esta les sale de cada orificio corporal.

Vivos ejemplos hemos tenido en las pasadas semanas, cuando los testaferros de Leonel Fernández callan, golpean y maltratan gente por el simple hecho de expresarse en contra del otrora emperador nacional. Paleros (en pleno siglo XXI) los cuales con sus actos revelan que obviamente maman también su dotación de leche, en dosis de 500, 1,000 o 2,000.

Pero no solo podemos acusar a los sapos coprófagos del estado de acaparar la leche de nuestra bien amada teta. Fuimos nosotros mismos los que los instalamos bien agarrados del pezón, dispuestos a vender nuestra dotación por una lamida directa sobre su piel alucinógena. Vendimos nuestro patrimonio a unos sapos que hoy día todavía no paran de croar su preponderancia y su libre conciencia ante un pueblo lleno de niños flacos y brutos que nunca tuvieron acceso a esa leche materna-nacional.

Y para colmo quedan adictos al sabor amargo de los desechos corporales del ex emperador que claman como leprosos deseosos de tocar el manto de Jesús para que vuelva a morder el pezón de la patria, a sacarle ya un poquito de sangre porque leche no le queda desde que su séquito la mamó directa de los poros de el. Gente no conforme con que el presente emperador siga el esquema de empobrecimiento y robo velado por circo romano, sino que lo quieren en turnos, Leo/Dani/Leo/Dani, ad náuseam.

Recuerden amigos y amigas que la leche de la teta que es República Dominicana no nace del subsuelo ni de la ayuda externa ni de la lotería. Nace del esfuerzo de millones de personas que aunque se afanen en no querer serlo son trabajadoras y honestas. Viene del esclavo de zona franca que gana 40 pesos la hora y del dueño de PYME que paga cientos de miles mensuales en ITBIS. Esta teta es tu teta y mi teta. Es muy importante reconocer que hemos regalado lo nuestro, que lo hemos dado a precio de oferta cuando es nuestro don más preciado.

Es importante no dejar que vengan a estas alturas de juego viejos infames a tratar de convencernos de su relevancia. A ser noticia y a ser los eternos dueños de la teta. Son hombres adultos afanados en atragantarse con los bienes del país para beneficio de un círculo de charlatanes que creen que la mejor manera de servir al estado es comprarse carros de lujo y quedar gordos y felices con el esfuerzo ajeno.

Por favor, recuerden. La leche del poder que mana de un estado solo lo hace porque el estado está compuesto de gente dispuesta a dar de si para beneficio de TODOS. A cada quien le toca su turno por derecho y deber. Abusar y acaparar la leche solo deja un montón de niños famélicos y de adultos adictos al "amor paterno" de un presidente haciendo las de emperador.

Así que, siendo honestos, piensen:


¿De verdad quieren que hombres así les sigan mamando su leche?

martes, 27 de mayo de 2014

Dr Mayol, o: Como aprendí a dejar de preocuparme y amar el Dembow.

A veces me pregunto por que no me gusta el dembow. Al igual que muchas personas, el solo escuchar dos o tres notas al principio de una canción me llena de un terror sobrenatural y la necesidad de salir corriendo. Honestamente me molesta sobremanera ver muchachas de entre 7 y 65 años  desgüabinandose el alma dando golpes de barriga mientras un pendejo con los pantalones debajo de la nalga repite palabras ad nauseum. El problema es que no veo en verdad porque me molesta. A mi más o menos me gusta el reggaeton, el metal y un sinnúmero de otros géneros igual o más estrambóticos. Intentaré, en este artículo, desentrañar la razón de tal inconmensurable odio.

Creo que, aunque lo desprecio, un acercamiento académico puede ayudar. Mi conocimiento musical no es la gran cosa, así que simplemente haré una comparación entre canciones dentro de algunas categorías. Intenten, en contra de sus mejores instintos, escuchar cada canción utilizada de ejemplo.

La primera queja en contra del dembow es su alto contenido sensual y sexual. Las letras, videos y estilo de vida en general encontrados en una pieza musical de este género sudan sexualidad implícita. Esta argumento en contra, el cual creo es el mayor de todos, es el más fácil de desestimar. Obvio, es muy sexual el dembow. El problema es que letras o bailes sexualmente implícitos o explícitos son tan comunes en todos los géneros que es difícil acusar al dembow de crear algún nuevo estándar de putificación humana. Tampoco es un fenómeno moderno, ni siquiera al nivel local. Por ejemplo:


 O, si prefieren algo más antiguo:


 O si es posible, algo local:


 El primer ejemplo me gusta por lo directo de su mensaje: Noelia quiere, a falta de un mejor término, que la claven. Con un pene. Repetidas veces en la misma canción. Mi verso favorito es “Me gusta esperarte cuando tu me asechas, con toda mi piel y la pasión abierta, hasta que la flecha esté dentro de mi”. El arreglo musical hace un encomiable trabajo de esconder tales vagabunderías, pero el significado queda abierto al que escucha con el mínimo detenimiento. Celebro el hecho de una franca y saludable sexualidad femenina, pero ese no es el punto de este ensayo. El punto es dejar entender que no es nada nuevo ni nada grande que mencionen nalgas en un dembow cuando ya hemos pasado por los flechazos vaginales de algunos artistas pop.

El segundo ejemplo es la canción favorita de mi madre de cuando ella era una joven muchacha. Mi madre tiene 55 años y me explica que los golpes de barriga de Sandro eran el non plus ultra de la sexualidad latina en su época. Para quien no se lleve el significado de versos como “Dame tu surco y dame vida”, este significa que el desea que la joven le entregue su vagina. Me gusta utilizar este ejemplo también porque el video deja bastante claro que calentarse con los giros pélvicos de un artista u otro no es nada nuevo. Si tienes entre 22 y 40 años, lo más posible es que la primera lubricación de tu madre se la causara este señor. Es más, encuentro que es un paso hacia atrás el hecho de que hoy en día este tipo de popularidad (la del artista que gusta principalmente por su habilidad para erotizar todo lo que hace), es casi exclusiva a féminas diseñadas para atraer los instintos bajos de consumidores masculinos. Los únicos artistas hombres que se dedican al erotismo para consumo femenino trabajan para la Corporación Disney y no son parte del enfoque de este ensayo.

El tercer ejemplo lo hago por dos razones. La primera es que en verdad me encanta Blas Duran y todas sus obscenas y vulgares letras de antaño. La segunda es para que vean cuantos dominicanos jóvenes adultos de 1993 estaban aplaudiendo al buen Blas mientras le dice a su público femenino que todas tienen un buen toto. Eso fue hace 21 años. El lector de blog promedio tiene más o menos esa edad. Si piensan que lo que les quiero decir es que su madre y padre los hicieron a ustedes después de oír “El Conejo de la Vecina” y haberse bajado un Macorix, tienen toda la razón.

Ahora, es posible que me digas: “Pero Roberto, mis padres no son de Guachupita, son de Piantini. La última vez que se oyó a Blas Duran por aquí fue cuando paso un frutero en 1995. Además, lo que me disgusta son las constantes referencias a drogas y abuso”.

Muy bien, tus padres te hicieron escuchando “What is Love” en el asiento de atrás de un Caprice Classic, no hay problema. Las referencias a consumo de sustancias, por otra parte, podríamos clasificarlas como imperdonables. En nuestra sociedad infestada de consumo y abuso, promover un estilo de vida disoluto puede considerarse casi un crimen. Además, la música dominicana nunca hablaba antes de consumo de alcohol o drogas.






O es posible que sí. Claro, el enfoque es diferente, pero hablar de beber romo es una afición de siglos en nuestras tierras. La apertura a un mercado de consumo de drogas hace que la gente cante de romo y drogas, no tiene nada de arcano ni misterioso. Al igual que antes de hablaba de sentarse a botar las penas de la lúgubre vida dominicana de los ochenta o a “tirar el peso pa’rriba”, la música popular dominicana de hoy en día invita a lo mismo, pero a través del lente de una juventud defraudada y mal educada. Mal educada no porque sean odiosos, sino porque literalmente han sido educados en un sistema risible y dominado por una cultura de abandono.

El tercer punto a discutirse es la falta de “música” en la música del dembow. El repetitivo ritmo, taladrando tus sentidos una y otra vez. Bueno, culpen a estos señores:





Esta pista paso de Jamaica a Panamá, a Puerto Rico y a República Dominicana y su abuso ha sido causa del tormento de millones de personas en los últimos 25 años. Claro esto no significa que la repetición sea algo negativo:



Lo que quiero decir es que el problema del dembow no es tanto la repetición, sino una falta de valor de producción que repele al oído acostumbrado a producciones millonarias en estudios del exterior. A falta de unas líricas de valor o un despliegue musical de calidad, tenemos que enfocarnos en la subcultura visual que se nos presenta. Igual que a mi abuelo no le gustaba que mis tíos tuvieran pelo largo o mi mama minifalda, a la gente “normal” no le gusta ver personas en su disfraz de preferencia.

Entonces, lo más posible es que no sea la sexualidad, ni las letras poco meritorias ni la falta de verdadera música. Es posible que sea una simple combinación de todos estos factores. Es posible que simplemente nos estemos poniendo viejos y no entendemos como a alguien le puede gustar un pendejo que se ve así:



O un cuero que se ve así:



Mas recuerda, que a tu madre le gustaba un ‘pendejo’ que se veía así:



Y a tu padre un ‘cuero’ así:



martes, 8 de abril de 2014

La hermenéutica del mamaguebo

¿Qué es un mamaguebo? El mamaguebo es una parte muy real y documentada del acervo cultural dominicano. Nuestra historia esta plagada de estas personas, reconocidas como los más viles de todos los subgrupos humanos. No me refiero, obviamente, a personas que en hecho disfruten de succionar un pene, sino de los que disfrutan de los penes metafóricos de la vida; el poder, la destrucción, el abuso, etc. Mamaguebo es un titulo bastante fácil de soltar y aun más fácil de merecer, pero los parámetros que rigen susodicho mérito nunca han estado bastante claros.

Lo primero que debemos hacer es estandarizar la ortografía, necesaria para una mejor comprensión del término. Propongo la forma “mamaguebo” por encima de “mamaguevo”, esto se debe a 3 cosas:

a)”Guevo” es una hiper-correccion, ya que la verdadera forma correcta de decirlo es “huevo”, y esta no forma parte del epíteto utilizado comúnmente.

b) La pronunciación más común utiliza el sonido bilabial sonoro de la B y no el de la V

c) A nivel hermenéutico, ‘mamaguebo’ ofrece una idea mucho menos confusa de su significado: un termino peyorativo de alcance social generalizado indicativo de las personas menos aptas (por causas de deficiencia o elección) para una acción u otra.

Ya habiendo establecido, podemos dirigirnos hacia el cuerpo de nuestro trabajo: establecer parámetros inconfundibles con los cuales podamos designar a los mamaguebos. Esto se dificulta un poco, ya que el abuso de una terminología vaga ha logrado que todos y cada uno de nosotros haya sido designado como un mamaguebo (o peor aun, un BUEN mamaguebo) en algún punto de nuestras vidas. En este caso, podemos ayudarnos un poco de algunos de los paralelos internacionales. El “mamabicho” puertorriqueño, el “chupapijas” argentino y hasta el “cocksucker” norteamericano; todos ellos comparten algunos patrones de comportamiento fáciles de reconocer.

Otra estrategia a utilizarse es la vasta experiencia del dominicano con grandes cantidades de mamaguebos durante su vida promedio. También, como no, esta el auto reconocimiento de ser mamaguebo que cada uno de nosotros debe hacer en algún momento y dar gracias de que, aunque terrible, el ser un mamaguebo parece ser un estado transitorio y del cual puede haber total recuperación.

Así pues creo poder empezar a enumerar parámetros contra los cuales se puede medir el potencial mamaguebistico de una persona u otra. Esta no es, obviamente, una lista completa, nunca podría serlo; las acciones que rigen al mamaguebo están siempre afectadas por la temporalidad y las fluctuaciones culturales del país (Las acciones de un  mamaguebo en 1983 talvez ya no lo sean en 2014). Aun así, siéntanse libres de añadir cualquier parámetro ignorado por mi parte en los comentarios.

Para mayor comodidad, creo que podemos separar cada parámetro por categorías generales. En algún momento notarán la palabra “BUEN”, escrita de esta manera. Esto, como todo dominicano debe saber, solo designa un grado de potencia mayor a lo regular. Homologo de “gran” o de “pedazo de” en otros lugares de América. Aquí vamos:

Vehicular

-El que rebasa por el lado por el cual tú vas a virar en la carretera, es un mamaguebo (Puntos extra a los motoristas, que no necesitan un carril para hacerlo)
-El que cree que el semáforo verde es simplemente una recomendación y no una orden es un mamaguebo.
-El que comprende que Whatsapp y no el guía es la herramienta de elección durante el manejo de un vehículo de motor es un BUEN mamaguebo.
-El chofer de carro publico (a.k.a. concho) que se mete en la apertura de 12 centímetros entre tu vehículo y el de al lado es un mamaguebo.
-En algunas escuelas de pensamiento, se considera a todos y cada uno de los motoconchistas como unos soberbios y soberanos mamaguebos, pero eso es un tema a discutirse.
-El que, bajo su propia volición, crea un carril extra en una carretera con líneas bien delineadas, es un mamaguebo.
-El que comprende que la velocidad prudente para una avenida principal es 5 kilómetros por hora, es un mamaguebo.
-El ciclista que se pasa las leyes de transporte bien por su sudada nalga es un mamaguebo.
-El chofer de guagua que se detiene 15 minutos en una calle vacía para esperar al fantasma de un pasajero es un mamaguebo.
-El que sale a las 5:30 de su trabajo y se la pasa tocando bocina como si eso aliviara la congestión vial es un mamaguebo
-En esa misma línea, aquel que no deja pasar medio segundo para tocarte bocina cuando la luz cambia de roja a verde es un mamaguebo.
-El AMET es un mamaguebo.
-El AMET que detiene a un delivery es un BUEN mamaguebo.
-El peatón que cree que está rodeado de algún campo de energía protectora, el cual lo hace inmune a que lo aplastes como sapo, es un mamaguebo.
-El teniente y su séquito de guardias que deciden hacer redada en el tramo más oscuro, desolado y tenebroso de una carretera es un BUEN mamaguebo.

Laboral

-El jefe es un mamaguebo.
-El que le hace “el coro” al jefe es un BUEN mamaguebo.
-El que decide que el acondicionador de aire de una oficina debe estar a -32 C es un mamaguebo.
-El que se pasa haciendo comentarios soeces acerca de mujeres, u otras razas diferentes a la predominante en el lugar de trabajo es un mamaguebo.
-El cliente que utiliza tus servicios repetidamente y repetidamente no sabe que debe hacer es un mamaguebo.
-Los niños pequeños en las tiendas NO son mamaguebos. Sus padres, por otra parte, viven en riesgo constante de serlo.
-El supervisor que se preocupa por los reglamentos más que por el sentido común es una especie particularmente nociva de mamaguebo.
-El chismoso (a.k.a. calié) de la oficina es un BUEN mamaguebo.
-El que compra una pipeta pero le duele firmar cada cheque de sueldo es un mamaguebo.
-El que te cuenta acerca de sus vacaciones en Miami o Barcelona o Florencia mientras tu “Guayas la yuca” es un mamaguebo.
-El que se alegra sobremanera cuando lo evalúan con excelencia en un trabajo inconsecuente es un mamaguebo.
-El que pasa un memorando general en vez de echar un boche particular es un mamaguebo.
-El cliente que te manda a sacar hasta a tu abuela de su ataúd y al final no compra es un mamaguebo.

Político

-El que piensa que yo no me merezco ver el atardecer porque tu valla es más bonita es un mamaguebo.
-El que no quiere que yo vea el número de teléfono del taxi pintado en el palo de luz, porque su cara es especialmente regia es un mamaguebo.
-El que en el DOS MIL CATORCE diga que este país lo que necesita es un Trujillo es un ignorante y un BUEN mamaguebo.
-El que te responda cualquier interrogante política durante los últimos 16 años con “¿Pero que hizo Hipólito?” es un mamaguebo a carta cabal.
-El que se mete en una discusión política seria entre adultos con “En el 1973, Balaguer le dio a mi abuela. . .” es un mamaguebo.
-El taxista que es guardia retirado que te regala su disertación acerca de la necesidad de caerle a batazos a los estudiantes universitarios es un mamaguebo.
-Hipólito es un mamaguebo
-Leonel es un BUEN mamaguebo.
-Vincho es el ‘non plus ultra’ de los mamaguebos
-El que acusa a cualquiera que escriba un artículo que no sea oficialista de “coger dinero de las ONG” es un mamaguebo.
-El que vota por 500 pesos es un mamaguebo.
-El que cree en las credenciales políticas de Margarita no es mamaguebo, es solo retrasado mental.
-El que ostente un cargo con sueldo alto, vehículos, exoneraciones y viajes al exterior y se haga llamar Boschista es un mamaguebo.
-El que afirme que “Yo no se de que se quejan en este país porque. . .” es un extraterrestre y un mamaguebo.
-El que se merece su carguito/botellita por su ardua labor yendo a caravanas y bebiendo Moet es un mamaguebo.
-El que vota por un PLD o un PRD y de verdad cree que le va a pasar algo muy bueno, no es un mamaguebo, es un alma muy, muy, muy triste.
-El que invoca a Peña Gómez, a Caamaño, a Bosch o a cualquier muerto que en este preciso instante se está retorciendo en su tumba es un mamaguebo.
-El negativo que cree que esto no tiene arreglo soy, perdón, digo, es un mamaguebazo.


Espero con esto puedan empezar a desmamaguebizar sus vidas y puedan ser adultos en pleno ejercicio de sus derecho y responsabilidades. Recuerden que es una epidemia peligrosa esta la que enfrentamos, y cada quien debe poner su granito.

jueves, 27 de febrero de 2014

Duarte, Black Label y Mella

Yo no pretendía escribir nada este 27 de febrero. Salí de mi casa a mi trabajo, feliz de que al menos hoy no habría tapón en la ciudad, animado de que al menos me pagarían doble la jornada. Charlaba de manera amena con mi esposa acerca de alguna pendejada sin importancia. En ese momento llegamos a la esquina de la John F. Kennedy con Abraham Lincoln. Ahí, entre ambos presidentes asesinados vi un anuncio muy interesante. Una valla de una marca de whiskey bastante reconocida, con su logotipo y lema situados debajo de una frase que me dejo bastante perplejo.

“De colonia a republica”  leía el anuncio, seguido del lema de la famosa marca de bebida alcohólica.

Lo siento, pero ese tipo de cosas son las que me hacen ‘irme en una’ como dice el argot popular. Santo domingo español no era una colonia, era una provincia de Haití. Aun si se estuviera hablando de la colonia española, no se celebra el 27 de febrero ningún tipo de separación de los españoles. Este tipo de revisionismo histórico no solo muestra una falta de respeto a la historia sino un síntoma más grave a nivel de lo que llamamos nacionalismo.

¿Cuáles son los verdaderos símbolos de esta “nación independiente”? ¿Nuestro nacionalismo es acaso igual que el nacionalismo gringo, una excusa para mover productos en el mercado? El nacionalismo es, en mi opinión, una burla de las clases gobernantes a las clases trabajadoras de todo el planeta. Pero, al menos, el nacionalismo en gran parte del planeta se sustenta en la tradición, en ensalzar la cultura de tu espacio geográfico como mejor que las demás. Se trata de glorificar lo tuyo y los tuyos. De enseñar a las generaciones futuras la historia (real o falsa) de tu nación.

Aquí (como en Estados Unidos, para que no crean que acuso en el singular) el nacionalismo es comprar cerveza y comprar whiskey escocés y comprar espagueti. Aquí el nacionalismo es desempolvar un merengue de algún merenguero que ya no puede vivir de su música porque solo se escucha en días patrios. Aquí el nacionalismo es venderte a un Duarte o a un Mella o a un Sánchez que tan solo son frases prefabricadas en alguna oficina del estado.

Es tan flácido, tan putrefacto el nacionalismo dominicano que ni las leyendas patrias son proclamadas. La historia nacional, la versión oficial tanto como la real, yace olvidada como un muerto ajeno. Una cosa es que los españoles enseñen que ellos no mataron a los indígenas americanos, o que los japoneses y alemanes den tintes rosados a su historia de mediados del siglo 20. El sistema educativo dominicano ya ni se molesta en mentirles a sus estudiantes. Retratos mal dibujados de Duarte acompañan aforismos debiluchos y pseudo intelectuales en los libros de texto.

Beberse una cerveza hecha en el país no te hace dominicano. Ponerle la bandera nacional en el culo a una mujer nalgona no te hace dominicano. Si lo que más te hace de un lugar es hacer lo que más se hace en ese lugar, lo mas dominicano es pasar trabajo y luchar por tu familia. Pasar trabajo y luchar por los tuyos es de dominicanos, de puertorriqueños, de chinos, de egipcios, y de eslovenos. Es de todos.


Manda al falso nacionalismo al carajo. Beber cerveza y whiskey escocés se hace en todas partes.