domingo, 24 de junio de 2012

¿Un mundo más fuerte, drogado y feliz?

Estos artículos de opinión me vienen a la mente en desorden. Leo algún párrafo, o alguna palabra impresa y desencadena mi deseo de escribir. Entre noticias de destituciones presidenciales y creciente animosidad fronteriza/migratoria, noté un titular en específico. Hablaba acerca de un enorme cargamento de droga, creo una tonelada de cocaína, encontrada flotando a cien millas de la costa de Baní. Esa noticia, como siempre, me puso a pensar. Me trajo preguntas. Pero esta vez no se que deba ser la respuesta.

No creo que las drogas deban ser ilegales, en verdad que no. Las plantas de donde vienen son solo eso. Plantas. Ni siquiera el uso dado es inherentemente inmoral, y eso es cediendo que exista algún tipo de moralidad inherente en las cosas. A la misma vez, nadie que haya escuchado a una madre llorar por un hijo adicto puede decir que la adicción es algo bueno o deseable. Es una pregunta difícil de responder porque automáticamente le asignamos un valor moral a cosas, en vez de hacerlo al uso o a la acción. Ponemos al vendedor abusador, el verdadero criminal, por debajo de la substancia que vende.

Lo que quiero decir es: ¿No seria todo esto más fácil si fuera todo legal? Lo primero que quiero enfatizar es que legal no significa bueno. En este país hay un montón de cosas legales que no son para nada buenas, pero lo son. En todas partes del mundo hay cosas legales que lo son sin ser buenas. Cigarrillos y alcohol, los ejemplos más comunes y más fáciles, son igual de peligrosos y dañinos, pero son totalmente legales. El argumento de que las drogas ilegales son peores que ambos ejemplos porque incitan a un comportamiento ilícito es una falacia lógica. Cuando el alcohol fue ilegal en Estados Unidos incito el mismo comportamiento criminal que incitan la cocaína y el crack hoy. La mera ilegalidad del producto es la que causa este tipo de actividad, no su efecto estupefaciente.

Pero no solo esto es factor. Honestamente, la cantidad de dinero despilfarrado en causas perdidas como la lucha contra las drogas es inaudito. digo despilfarro porque las continuas promociones, planes y programas no hacen mella alguna en la imagen del consumo en la mente de quien es el posible consumidor. Digo causa perdida porque querer detener la venta de un producto en demanda (legal o ilegal) por el consumidor es como tratar de detener el aire. En su mayoría, quien decide no consumir lo hace por el obvio efecto negativo sobre la capacidad física y mental de la persona, no por alguna posible inmoralidad. Lo inteligente seria educar acerca del efecto de cada cosa, con objetividad sin aplicar un valor moral. En vez de eso, le gritamos a la gente "eso es malo", sin saber la diferencia entre, por ejemplo barbitúricos y anfetaminas.

El punto es que, lo que más preocupa a la población, el comportamiento criminal, desaparece en gran parte cuando los carteles se tienen que ver la cara con las corporaciones. No importa cuanto dinero tenga el cartel de Sinaloa, estén seguros de que no puede competir con Phillip Morris. La ruta de la legalización no vuelve bueno a nada, pero le da al estado dos cosas: un enorme ingreso en impuestos y un verdadero control de calidad, limitando en parte los efectos nocivos. También daría a nuestros países latinos, productores y vendedores a gran escala, un rubro ultra-competitivo en el mercado mundial.

Honestamente creo que el problema internacional radica ahí. No dejar que Latinoamerica sea dueña de un mercado mundial multitrillonario. Recordemos que, por causalidad de la vida la droga no la producen los países del primer mundo. No, toda la droga del mundo se produce en países de gente de color marrón . . .

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